¿Por qué fundar una Logia masónica? Otra más. ¿Para qué?
- logiagiordanobruno
- 28 dic 2024
- 3 Min. de lectura

En la metodología de las ciencias, por lo general, se hacen investigaciones en los antecedentes de lo que se quiere dirimir, dilucidar. Es decir, darle claridad a los objetivos y propósitos de la investigación para que se lo justifique a cabalidad. En riesgo se pone el tiempo, espacios y presupuesto para su desarrollo, por eso se tiene que llegar al punto en que en la metodología se llama: Estado de la cuestión, o estado del arte. Esto remite a que, debemos hacernos preguntas, y que también se debe indagar si lo que vamos a hacer ya se hizo, y porqué.
Si nos vamos a lo inmediato, a Google y escribimos “para qué hacer una Logia” es probable que no encontremos mucha información. Esto podría aludirse a que no existe una receta metodológica que indique cómo se hace o cuáles son los pasos por seguir para hacer una Logia. Por tanto, la metodología entonces se ubica en una condición inherente a las prácticas culturales o de coyuntura de cada Taller o Logia que se vaya a hacer o desarrollar desde su inicio.
Sin embargo, esto que se menciona se ubica en el plano de lo práctico, de lo eminentemente concreto; un lugar apropiado, inmobiliario, arreos, insumos, parafernalia etc. Es probable que esto termine por ser lo más asequible. En lo abstracto, resulta más difícil acordar algunos derroteros que indicarán el camino o trazo que se hace en torno a varios elementos a considerar: la mística del Taller, su método que terminará por convertirse en sus propios Usos y Costumbres, su ideología, así como su idiosincrasia (por ejemplo: cuándo ser ortodoxo y cuándo cruzar la línea a lo licencioso, o cuando apegarse en estricto sentido a lo ritualistico y cuándo permitirse un dislate), todo esto le da “personalidad” al Taller, y al paso del tiempo puede distinguirlo con cierto perfil. En Inglaterra, hay talleres masónicos que son temáticos o discursivos, ya sea porque, son de músicos, políticos, raciales, de paisanos, empresarios y obviamente, los diversificados, donde caben todo tipo de personas. Esto se ha desarrollado históricamente, porque el sujeto social moderno quiere reconocerse con sus pares, con sus iguales o cuando menos con personas que hablen un lenguaje compartido. Aquí es donde supongo que debemos llegar, a comprender que una Logia, desde su punto de partida, desde que se comparte su primera piedra, se equilibra, se pone a plomo etc. se debe decir cómo y por dónde es el camino. Libertad ¿cuánta libertad? Igualdad ¿hasta dónde? Y así, hasta poner en claro cuáles serían los límites de esa fraternidad.
Los objetivos de una nueva Logia se sugieren, que deben ser llanamente, el congregar (aunque el Masón no es gregario del todo) o el de llamar al compartir, en tiempo y forma. Esto es, el de tener la facultad que, en el ejercicio de la razón, lo inteligible, y lo retórico se confronte con la realidad, se puedan compartir los arreos abstractos de la consideración, la paciencia, la bondad, la tolerancia, la vehemencia hacia la amistad y que ésta cruce hacia a la bonhomía o finalmente, a la humanística; eso que ahora llamamos, altruismo. Las máximas, “haz el bien sin mirar a quién, ama a tu prójimo como a ti mismo, que no sepa tu siniestra lo que hace la diestra, conócete a ti mismo, respeta el derecho ajeno, no estorbes a la libertad de quien quiere ser libre, la generosidad no estriba en que me des lo que más necesito sino en lo que tú más necesitas… “ etc. son frases que no se meditaron de la noche a la mañana. En la historia hubo personas que vivieron y murieron en pos de sus ideales, y a la postre, resultan ser los que traemos a la memoria porque su sabiduría trasciende los muros, allende los mares del tiempo. Entre ellos, nuestros viejos masones.
Cuando invocamos ponemos voz a lo silencioso, por eso los desencarnados, ausentes nos siguen ilustrando con su luz y conocimiento. Eso sucede en tanto se acude a la condición de la historia.
Por ello, una Logia es un logos que se relaciona con su precepto clásico del conocimiento, de una entidad, y de un oficio de prácticas, eso es un “logo”. Un signo que nos identifica en criterios de interpretación y discernimiento. Por eso se llama “Logia”.
Quizá ahora aquí, sepamos cuál es su punto de origen, pero la certidumbre también sirve para hacer un trazo y saber, que por más pretenciosos y bien intencionados que seamos, nadie probablemente sabrá hasta dónde será del Taller su línea trascendente. Esa es la parte abstracta del masón, que se encuentra en el 24/7/365 de su masonería afuera del taller, y que ya no solo sostiene a su taller, sino al edificio de la Masonería universal.
Es cuanto.
Atte.
M.: M.: J. B.
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